sábado, 21 de julio de 2007

Fiestas Patrias

Introducción

La próxima semana estaremos celebrando fiestas patrias.
Todo el país lo celebrará de una o de otra manera. Algunos mirarán la parada militar y escucharán el mensaje del Presidente de la República, otros aprovecharán para tomar unas vacaciones, algunos irán a fiestas o a celebraciones regionales en clubes departamentales. Es un tiempo de celebración. ¿Pero qué se celebra? Bueno, la respuesta inmediata es que celebramos el día de nuestra independencia de España proclamada por el libertador José de San Martín un 28 de Julio de 1821. Pero si meditamos un poco más, la mayoría de los peruanos no celebramos la independencia; en realidad, celebramos el feriado, la posibilidad de descansar o de hacer algo especial.
¿Qué pasó? ¿Nos hemos olvidado de lo importante que es ser libres de la opresión de un país ajeno? ¿Será que no somos conscientes de esa libertad? O peor aún, nos sabemos libres e independientes, pero esa libertad es sólo de carácter político. Seguimos siendo dependientes de países ajenos al nuestro, de la denominada inversión extranjera y/o de algunos monopolios.
¿Realmente somos libres? ¿Tiene sentido celebrar en estas fiestas patrias?

La libertad
Nuestro país, más allá del área que encierran sus fronteras, es un conjunto de personas cuyos sueños, sentimientos, aspiraciones, trabajo y voluntad; representan la esencia de nuestra nación.
La historia dice que el libertador José de San Martín encabezó una campaña militar que nos condujo a la independencia de España. Sin embargo, aún hoy en día, en muchos lugares de nuestra nación podemos encontrar personas cuyas actitudes son de sumisión, de aflicción y de dolor.
José de San Martín nos libertó de España, pero no nos libertó de nuestros temores, de nuestras dudas, no pudo cambiar lo que estaba en nuestras mentes. No nos considerábamos, y aún no lo hacemos, una nación que puede enfrentar con éxito su destino.

La libertad ofrecida por Dios
Aprovechemos que estamos leyendo los salmos en nuestro TcD para que, a la luz de la Palabra de Dios, le demos una nueva mirada a esta celebración.
Nuestra nación necesita una liberación integral, necesita de un libertador que vaya mucho más allá de lo que pudo hacer José de San Martín.

“Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi
libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de
mi salvación, mi alto refugio”. Salmo 18:1-2

Nuestro Señor Jesucristo vino para darnos la verdadera libertad, para ofrecernos una libertad transformadora, una libertad de prosperidad, de victoria:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” Lucas 4:18-19

¿Cómo es esta libertad ofrecida por Dios?

“Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” Romanos 8:21

Una liberación transformadora

La liberación que ofrece Dios para cada uno de nosotros es una liberación transformadora, muchísimo más profunda: una que toca las fibras del alma humana, una que transforma nuestros sentimientos y emociones, una liberación que transforme nuestro destino por toda la eternidad.

a. Transformación de nuestro pensamiento

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” Romanos 12:2
Este versículo nos habla de una renovación, de una transformación de nuestro entendimiento, consistente en que podamos descubrir la buena voluntad de Dios. Una transformación de nuestro entendimiento que implica renunciar a nuestro propio criterio y voluntad para aceptar la voluntad de Dios y poder comprobar lo buena, agradable y perfecta que es.

b. Transformación de nuestra percepción de la realidad

“Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” 2 Corintios 3:16-17

La liberación que ofrece nuestro Señor Jesucristo nos permite tener la visión correcta de nuestra realidad. El velo ha sido quitado y podemos experimentar por medio de la presencia de su Santo Espíritu esa libertad que Dios tiene para nosotros.

c. Transformación de nuestras emociones


“En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré por Dios a todas las familias de Israel, y ellas me serán a mí por pueblo”
“Entonces la virgen se alegrará en danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor”

Jeremías 31:1, 13


“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz, y gozo en
el Espíritu Santo” Romanos 14:17

d. Transformación de nuestro destino

“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en
Cristo Jesús Señor nuestro” Romanos 6:23

La libertad se obtiene luego de una batalla
a. Condición actual
La condición actual de la persona que no ha experimentado la libertad de Dios es de esclavitud, de muerte, de agonía.
Es necesaria la conversión, es necesario que el hombre vuelva su rostro a Dios y de todo corazón clame por su salvación. Es necesario que el hombre tome conciencia de su necesidad de Dios, de su estado actual y de lo que Dios puede hacer por él.


“Me rodearon ligaduras de muerte, y torrentes de perversidad me atemorizaron, Ligaduras del Seol me rodearon, me tendieron lazos de muerte. En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos” Salmo 18:4-6
b. La batalla


“La tierra fue conmovida y tembló; se conmovieron los cimientos de los montes, y
se estremecieron porque se indignó él”
“Envió desde lo alto; me tomó, me sacó de las muchas aguas. Me libró de mi poderoso enemigo, y de los que me aborrecían; pues eran más fuertes que yo.” Salmo 18:7,16-17
c. La victoria

“Me asaltaron en el día de mi quebranto, mas Jehová fue mi apoyo. Me sacó a lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí” Salmo 18:7,18-19

Pero se vive en libertad cada día

“Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente. Y andaré en libertad,
porque busqué tus mandamientos” Salmo 119:44-45


Dios les bendiga,
Marco

lunes, 16 de julio de 2007

La otra cara de la moneda


Esta vez les escribo porque estuve leyendo el Salmo 16 y me encontré con “la otra cara de la moneda” de lo que leí en el Salmo 13 y compartí con ustedes en mi anterior "post".


“Bendeciré a Jehová que me aconseja; aún en las noches me enseña mi conciencia. A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente” Salmo 16:7-9

A diferencia de lo que podemos encontrar en el Salmo 13, en estos versículos se puede apreciar a un David triunfante, lleno de seguridad y de fortaleza espiritual. Aún era perseguido, aún pasaba aflicciones y su propia vida estaba en constante peligro. Sin embargo, la actitud de David es, esta vez, completamente diferente. Es tal su gozo en el Señor, que sólo un versículo antes dice: “Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte” Luego dice: “es hermosa la heredad que me ha tocado”

El consejo que viene de Dios
El versículo 7 empieza diciendo: “Bendeciré a Jehová que me aconseja” Esta vez, en el corazón de David hay alabanza y gozo por saber que es Dios quien le da el consejo y que este consejo queda grabado en su corazón y pasa a establecerse en su conciencia. Por ello dice: “aún en las noches me enseña mi conciencia” Es decir, como consecuencia de esto, cada vez que David meditaba, cada vez que reflexionaba sobre sus actos o sobre sus decisiones, su conciencia (impregnada del conocimiento del consejo de Dios) le enseñaba.
Ahora, la pregunta: ¿Cómo hago para poder conocer el consejo de Dios y seguirlo? ¿De qué manera el consejo de Dios se puede establecer, aún, en mi conciencia? La respuesta está en el versículo 8: “A Jehová he puesto siempre delante de mí”. En otras palabras: Lo primero en mi vida debe ser Dios. Como dice el versículo 2 de este mismo salmo: “No hay para mí bien fuera de ti”. Nada de lo bueno que este mundo pueda ofrecer, nada de lo bueno que pueda venir de cualquier situación o circunstancia, será realmente bueno si no está de acuerdo a la voluntad de Dios, especialmente si no está de acuerdo a la voluntad de Dios para mi vida.

Fortaleza
El versículo 8 dice también: “Porque está a mi diestra, no seré conmovido” Aquí sí se puede ver a un David fortalecido, seguro y firme. Pero, cuál es la razón de su convicción y fortaleza: Dios está con él. No porque se sienta fuerte, no porque esté armado, no porque haya un ejército con él. David se sentía y se sabía fuerte porque Dios estaba con él. Esto no es otra cosa sino comunión con Dios, oración, lectura de su palabra, confianza en él, alabanza, búsqueda de su presencia.
Cunado leí esta parte del versículo 8 me pregunté: ¿Por qué Dios quiso que quede registrado que Él estaba a la diestra de David? Por lo general, nuestra mano derecha es la más fuerte y la más hábil, así como lo es nuestra pierna derecha. Por lo general hacemos las cosas con la mano derecha y nos apoyamos con la izquierda. Digo “por lo general” porque esto no se aplica a los zurdos. Aunque el concepto sí se aplica. Bueno, entonces, ¿qué quiere decir que Dios está a nuestra diestra? ¿No será que Dios nos quiere decir que en lugar de confiar en nuestras fuerzas, en nuestras capacidades, en “nuestro lado fuerte”, debemos confiar en Él y tenerlo por nuestra DIESTRA? ¿Que si algo vamos a hacer, que no lo hagamos en nuestras fuerzas sino en las suyas? ¿Que dejemos que Él maneje con habilidad nuestra vida? Por eso, David se sabía fuerte: porque no era la fuerza de su brazo, no era su capacidad, era Dios que había tomado el control de su vida. Por eso puede decir con certeza: “no seré conmovido”.

Victoria
Encuentro en este Salmo que David sentía su vida amenazada, sabía que sus enemigos lo acechaban. Pero él estaba confiado y fortalecido en el Señor. Sin embargo, ante la contemplación de la muerte como una posibilidad cercana, él declara victoria:


“Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea
corrupción. Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de
gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:10-11)
Aquí resulta más que claro que David tenía puestos sus ojos en el Señor, él tenía la certeza de que si Dios estaba con él, aún triunfaría sobre la muerte y caminaría por la senda de la vida disfrutando del gozo de la presencia de Dios para siempre.


Los dejo con esta promesa del Señor para todos los que le hemos entregado nuestra vida y lo hemos recibido como nuestro Señor y Salvador.

“Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte tu aguijón?¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria ?” (1 Corintios 15:54-55)

Dios les bendiga,
Marco

viernes, 13 de julio de 2007

¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma?

En mi devocional del día de hoy estuve leyendo el Salmo 13 y meditando en él. En mi Biblia están resaltados los versículos 5 y 6. Dios en aquella oportunidad me habló de su misericordia y de la paz y alegría que me da tener la confianza de que Él es mi Salvador, tardo para la ira y grande en misericordia.
Esta vez, he resaltado el versículo 2:



“¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, con tristezas en mi corazón cada día?
¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mi?”

Cuando uno lee este salmo y los anteriores, puede entender que el rey David pasaba por momentos de terrible angustia. De desesperación, en algunos casos. El rey David clamaba por la protección de Dios ante el ataque de sus enemigos, clamaba por la justicia de Dios porque aparentemente las obras de los impíos, de los injustos prevalecían. David clamaba y uno puede sentir su clamor como un gemido de angustia. En estos Salmos podemos encontrar expresiones como:



“¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí”
“Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío”
“Ten misericordia de mí, y oye mi oración”
“Castígalos, oh Dios; caigan por sus mismos consejos; por la multitud de sus transgresiones échalos fuera…”
“Mi alma también está muy turbada; y tú Jehová, ¿Hasta cuándo?”
“Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia”
“Ten misericordia de mí, Jehová; Mira mi aflicción que padezco a causa de los que me aborrecen, tú que me levantas de las puertas de la muerte”

Y muchas más similares que me permiten comprender que David no sólo sufría, estaba angustiado, afligido. Y en ese contexto de aflicción, con ese mismo gemir y angustia dice:



“¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, con tristezas en
mi corazón cada día?”

Este versículo me llamó mucho la atención, pero como en un primer momento no lo entendí muy bien, mi intención fue pasarlo por alto y continuar con la lectura. Pero el Señor me llevó a meditar y a considerar esta sola frase…. y finalmente entendí lo que el Señor me quería decir. David, se presentó delante de Dios a clamar con su oración, y en su aflicción y clamor estaba esta frase: “¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma?”. En otras palabras, hasta cuándo actuaré de acuerdo a mi propio criterio? Hasta cuándo seré dueño de mis decisiones? Hasta cuándo seguiré actuando según mi propio parecer? Hasta cuándo, Dios mío? Este clamor, como los otros, era como un gemido de angustia, de sufrimiento, de hartazgo de estar en tal situación.
Es raro que una persona se aflija de tal manera por ser “dueño de sus decisiones”. Por el contrario, esto es lo que se pregona hoy en día y es aquello de lo que muchos se enorgullecen. Pero el rey David estaba afligido, afligido al punto de decir que cada vez que ponía un consejo en su alma, lo hacía como él dice: “con tristezas en mi corazón cada día?” . ¿Por qué la aflicción de David? ¿Por qué se sentía afligido de tener que poner consejos en su alma? La respuesta es: PORQUE EL SABÍA LO QUE ERA ESCUCHAR Y SEGUIR EL CONSEJO DE DIOS. DAVID NO QUERÍA PONER CONSEJOS EN SU ALMA, QUERIA QUE DIOS PONGA CONSEJOS EN SU ESPÍRITU.
Cuando comprendí esto, me pregunté: ¿Estoy poniendo consejos en mi alma? ¿Dios está poniendo consejos en mi espíritu? ¿Noto la diferencia? ¿Sufro, si soy “el dueño de mis decisiones?, o en todo caso: ¿Quién es el dueño de mis decisiones? Cuando meditaba en esto y me hacía estas preguntas, vino a mi mente el versículo:



“Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte”
(Proverbios 16:25)

Las decisiones que tomamos según nuestro propio criterio, voluntad o conveniencia, pero sin el consejo de Dios; no garantizan nada bueno, sino todo lo contrario: le dan toda la ventaja al enemigo para que destruya nuestras vidas. Vuelvo nuevamente al versículo 2 (del Salmo 13), esta vez a la segunda parte: “¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mi?” Cuando nuestra vida está regida por los consejos de Dios, el enemigo no puede oponer ninguna resistencia. ¿Será posible que el enemigo se enseñoree de mí si sigo exactamente el consejo de Dios? ¿Se podrá oponer a la voluntad del Todopoderoso? Pero, si el que toma la decisión según su propio consejo soy yo, ¿puedo tener la certeza de que el enemigo no podrá enfrentarme, o más bien todo lo contrario?

Por eso, amados hermanos, los animo (y me animo a mí mismo), una vez más, a que busquemos el rostro de Dios, a que clamemos por su consejo. Renunciemos a ser nuestros propios consejeros, que cuando nos demos cuenta de que es así nos sintamos mal y busquemos nuevamente, de todo corazón, el consejo de Dios.



“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta” (Romanos 12:2)

Este versículo nos habla de una renovación, de una transformación de nuestro entendimiento, consistente en que podamos descubrir la buena voluntad de Dios. Una transformación de nuestro entendimiento que implica renunciar a nuestro propio criterio y voluntad para aceptar la voluntad de Dios y poder comprobar lo buena, agradable y perfecta que es. Por supuesto: MUCHO MEJOR DE LO QUE YO PUEDA SOÑAR PARA MI VIDA ES LO QUE DIOS TIENE EN SU CORAZÓN PARA MI.

Dios les bendiga,
Marco

miércoles, 4 de julio de 2007

Salmo 1

Aquí van algunas cosas que el Señor me habló en el Salmo 1

Estamos en este mundo, pero no somos parte de él. Es decir, estamos aquí pero no para vivir conforme al sistema de este mundo. Alrededor de nosotros hay toda clase de personas, muchas de ellas andan en camino de muerte y hacen de continuo el mal. Es triste, pero la verdad es que son esclavos de su propio pecado y llegan al extremo de alegrarse de sus transgresiones.Muchas veces nos enfrentamos a situaciones en las cuales nos podemos sentir tentados a ser parte del sistema, a seguir el consejo de los malos, a andar con ellos (acompañándolos, quizá, pero finalmente andando con ellos) en sus caminos, a alejar de nosotros todo sentimiento de compasión y cambiarlo por un sentimiento egoísta de indiferencia. Es en esos momentos cuando tenemos que recordar que la gran diferencia entre el mundo y los cristianos no son las posesiones, los cargos, los estudios o los éxitos alcanzados. La gran diferencia es nuestro destino: ser como árboles plantados junto a corrientes de aguas que dan su fruto en su tiempo y cuya hoja no cae. Esa es la gran diferencia. Tenemos a Cristo en nuestro corazón y no podemos reemplazarlo por las migajas de la aceptación de los demás o por las limosnas de un mal llamado "éxito". Porque aquel cuyo pensamiento persevera en el Señor prosperará en todo lo que hace. Dios promete prosperidad a sus hijos. No una prosperidad cualquiera, sino una prosperidad que viene de Él. Una prosperidad que puede abarcar todas las cosas materiales, intelectuales y emocionales en la que podemos poner nuestros ojos; pero que fundamentalmente se extiende hacia una felicidad tomada de la mano del Señor y que perdurará por TODA la eternidad.

Gloria a Dios!!!.