Introducción
Todo el país lo celebrará de una o de otra manera. Algunos mirarán la parada militar y escucharán el mensaje del Presidente de la República, otros aprovecharán para tomar unas vacaciones, algunos irán a fiestas o a celebraciones regionales en clubes departamentales. Es un tiempo de celebración. ¿Pero qué se celebra? Bueno, la respuesta inmediata es que celebramos el día de nuestra independencia de España proclamada por el libertador José de San Martín un 28 de Julio de 1821. Pero si meditamos un poco más, la mayoría de los peruanos no celebramos la independencia; en realidad, celebramos el feriado, la posibilidad de descansar o de hacer algo especial.
¿Qué pasó? ¿Nos hemos olvidado de lo importante que es ser libres de la opresión de un país ajeno? ¿Será que no somos conscientes de esa libertad? O peor aún, nos sabemos libres e independientes, pero esa libertad es sólo de carácter político. Seguimos siendo dependientes de países ajenos al nuestro, de la denominada inversión extranjera y/o de algunos monopolios.
¿Realmente somos libres? ¿Tiene sentido celebrar en estas fiestas patrias?
La libertad
Nuestro país, más allá del área que encierran sus fronteras, es un conjunto de personas cuyos sueños, sentimientos, aspiraciones, trabajo y voluntad; representan la esencia de nuestra nación.
La historia dice que el libertador José de San Martín encabezó una campaña militar que nos condujo a la independencia de España. Sin embargo, aún hoy en día, en muchos lugares de nuestra nación podemos encontrar personas cuyas actitudes son de sumisión, de aflicción y de dolor.
José de San Martín nos libertó de España, pero no nos libertó de nuestros temores, de nuestras dudas, no pudo cambiar lo que estaba en nuestras mentes. No nos considerábamos, y aún no lo hacemos, una nación que puede enfrentar con éxito su destino.
La libertad ofrecida por Dios
Aprovechemos que estamos leyendo los salmos en nuestro TcD para que, a la luz de la Palabra de Dios, le demos una nueva mirada a esta celebración.
Nuestra nación necesita una liberación integral, necesita de un libertador que vaya mucho más allá de lo que pudo hacer José de San Martín.
¿Qué pasó? ¿Nos hemos olvidado de lo importante que es ser libres de la opresión de un país ajeno? ¿Será que no somos conscientes de esa libertad? O peor aún, nos sabemos libres e independientes, pero esa libertad es sólo de carácter político. Seguimos siendo dependientes de países ajenos al nuestro, de la denominada inversión extranjera y/o de algunos monopolios.
¿Realmente somos libres? ¿Tiene sentido celebrar en estas fiestas patrias?
La libertad
Nuestro país, más allá del área que encierran sus fronteras, es un conjunto de personas cuyos sueños, sentimientos, aspiraciones, trabajo y voluntad; representan la esencia de nuestra nación.
La historia dice que el libertador José de San Martín encabezó una campaña militar que nos condujo a la independencia de España. Sin embargo, aún hoy en día, en muchos lugares de nuestra nación podemos encontrar personas cuyas actitudes son de sumisión, de aflicción y de dolor.
José de San Martín nos libertó de España, pero no nos libertó de nuestros temores, de nuestras dudas, no pudo cambiar lo que estaba en nuestras mentes. No nos considerábamos, y aún no lo hacemos, una nación que puede enfrentar con éxito su destino.
La libertad ofrecida por Dios
Aprovechemos que estamos leyendo los salmos en nuestro TcD para que, a la luz de la Palabra de Dios, le demos una nueva mirada a esta celebración.
Nuestra nación necesita una liberación integral, necesita de un libertador que vaya mucho más allá de lo que pudo hacer José de San Martín.
“Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi
libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de
mi salvación, mi alto refugio”. Salmo 18:1-2
Nuestro Señor Jesucristo vino para darnos la verdadera libertad, para ofrecernos una libertad transformadora, una libertad de prosperidad, de victoria:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” Lucas 4:18-19
¿Cómo es esta libertad ofrecida por Dios?
“Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” Romanos 8:21
Una liberación transformadora
La liberación que ofrece Dios para cada uno de nosotros es una liberación transformadora, muchísimo más profunda: una que toca las fibras del alma humana, una que transforma nuestros sentimientos y emociones, una liberación que transforme nuestro destino por toda la eternidad.
a. Transformación de nuestro pensamiento
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” Romanos 12:2
Este versículo nos habla de una renovación, de una transformación de nuestro entendimiento, consistente en que podamos descubrir la buena voluntad de Dios. Una transformación de nuestro entendimiento que implica renunciar a nuestro propio criterio y voluntad para aceptar la voluntad de Dios y poder comprobar lo buena, agradable y perfecta que es.
b. Transformación de nuestra percepción de la realidad
b. Transformación de nuestra percepción de la realidad
“Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” 2 Corintios 3:16-17
La liberación que ofrece nuestro Señor Jesucristo nos permite tener la visión correcta de nuestra realidad. El velo ha sido quitado y podemos experimentar por medio de la presencia de su Santo Espíritu esa libertad que Dios tiene para nosotros.
c. Transformación de nuestras emociones
“En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré por Dios a todas las familias de Israel, y ellas me serán a mí por pueblo”
“Entonces la virgen se alegrará en danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor”
Jeremías 31:1, 13
“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz, y gozo en
el Espíritu Santo” Romanos 14:17
d. Transformación de nuestro destino
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en
Cristo Jesús Señor nuestro” Romanos 6:23
La libertad se obtiene luego de una batalla
a. Condición actual
La condición actual de la persona que no ha experimentado la libertad de Dios es de esclavitud, de muerte, de agonía.
Es necesaria la conversión, es necesario que el hombre vuelva su rostro a Dios y de todo corazón clame por su salvación. Es necesario que el hombre tome conciencia de su necesidad de Dios, de su estado actual y de lo que Dios puede hacer por él.
“Me rodearon ligaduras de muerte, y torrentes de perversidad me atemorizaron, Ligaduras del Seol me rodearon, me tendieron lazos de muerte. En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos” Salmo 18:4-6
b. La batalla
“La tierra fue conmovida y tembló; se conmovieron los cimientos de los montes, y
se estremecieron porque se indignó él”
“Envió desde lo alto; me tomó, me sacó de las muchas aguas. Me libró de mi poderoso enemigo, y de los que me aborrecían; pues eran más fuertes que yo.” Salmo 18:7,16-17
c. La victoria
“Me asaltaron en el día de mi quebranto, mas Jehová fue mi apoyo. Me sacó a lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí” Salmo 18:7,18-19
Pero se vive en libertad cada día
“Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente. Y andaré en libertad,
porque busqué tus mandamientos” Salmo 119:44-45
Dios les bendiga,
Marco
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