jueves, 9 de agosto de 2007

¡Que no quede ni uno solo!

El día de hoy he estado leyendo, en mi TcD, el Samo 35:1-10. La verdad es que cuando le di la primera leída no sabía muy bien que me quería decir el Señor. En casi todos estos versículos se puede encontrar un clamor de David para que el Señor destruyera a sus enemigos:

"Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida; sean vueltos atrás y avergonzados los que mi mal intentan. Sean como el tamo delante del viento, y el ángel de Jehová los acose. Sea su camino tenebroso y resbaladizo y el ángel de Jehová los persiga. Véngale el quebrantamiento sin que lo sepa, y la red que él escondió lo prenda; con quebrantamiento caiga en ella" Salmos 35:4-6,8

Todos, en algún momento de nuestras vidas, tenemos que enfrentar a ciertas personas que nos oponen resistencia, que nos fastidian, que hablan mal de nosotros, o que nos hacen la vida a "cuadritos". Quizá en algún momento hayamos orado al Señor pidiendo justicia; tal vez, pidiendo que aparte a esas personas de nuestra vida. Dudo mucho que alguno de nosotros haya orado al Señor pidiendo algo malo para ellas.

Sin embargo, es curioso que David ore pidiendo a Dios, no tan solo que aparte a sus enemigos sino que sean avergonzados, confundidos, que sean como hojarasca llevada por el viento, que Dios mismo los persiga, que su camino sea horrible, resbaladizo, que les venga el quebrantamiento (sufrimiento) antes de que se den cuenta, que caigan en sus propias trampas. Es decir, parece que David se puso realmente bravo. No sólo quería ser librado de sus enemigos, sino quería su perdición total.

Por eso, me sentí tentado a enfocarme en meditar únicamente en los últimos dos versículos de la meditación de hoy que hablan de la salvación que viene del Señor. Pero, como no me sentí cómodo con esta actitud, decidí meditar más en los otros 8 versículos y tratar de entender qué es lo que el Señor me quería decir ("toda la palabra es inspirada por Dios").

¿Por qué era perseguido el rey David?
Una de las primeras cosas que recordé es que David había sido ungido rey por el profeta Samuel (instruido por Dios). Sin embargo, David fue perseguido no por sus crímenes, no por sus injusticias, robos o engaños. David fue perseguido a causa de su llamado. Sus enemigos buscaban acabar con su vida para evitar que él asuma el cargo para el cual fue ungido. David fue perseguido de manera tan cruel por quienes se oponían al propósito de Dios para su vida.
Como sabemos, Dios dice de David que tenía "un corazón conforme al suyo". David andaba en integridad y con fidelidad a los planes de Dios.

El clamor
Por un momento trato de ponerme en el lugar del rey David. Fue perseguido con suma crueldad y persistencia. David era el legítimo rey por voluntad divina, pero un hombre no quería dejar el trono y buscó de muchas maneras acabar con su vida. Imagino que tendría una sensación de injusticia monstruosa, de aflicción y de sufrimiento. Pero más allá de ello, David entendía que éstos, más que sus enemigos, eran enemigos de Dios. Es en ese contexto, y con esa visión, que clama por la destrucción de sus enemigos.

Nuestros enemigos

"Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes". Efesios 6:12

Aunque no lo parezca, nuestros enemigos no son personas de carne y hueso. Son seres espirituales de maldad, en otras palabras: el diablo y sus secuaces los demonios.

Dios tiene un plan para nuestra vida
Ya sabemos que la voluntad de Dios para nosotros es buena, agradable y perfecta. El día que decidimos voluntariamente abrirle las puertas de nuestro corazón para recibirlo como Señor y Salvador de nuestras vidas fuimos perdonados y liberados de todas nuestras culpas. Nuestro destino cambió y nuestro entendimiento se abrió. Desde entonces, hemos comprendido que nuestra vida le pertenece por completo a aquel que se entregó por nosotros. Nuestras metas, nuestros sueños, nuestros anhelos, nuestro futuro: todo le pertenece a nuestro Dios.

¿Qué buscan nuestros enemigos?
Al igual que con el rey David, nuestros enemigos buscan apartarnos (de todas las formas posibles) del plan de Dios para nuestras vidas. Ellos buscan evitar que llevemos a cabo aquello para lo cual hemos sido llamados por Dios. Son nuestros enemigos, pero fundamentalmente son enemigos de Dios.


Nuestro clamor

Por eso, al igual que el rey David, nuestro clamor ante Dios debe estar orientado a ser librado de nuestros enemigos. No sólo debemos pedirle que aparte de nosotros la tentación, que nos ayude a no apartarnos de los planes que nuestro Señor tiene para nosotros. Debemos desarrollar la misma actitud de David: debemos aprender a detestar a estos enemigos, a no tener misericordia ni compasión de ellos. Diría, debemos odiarlos. El pecado, la tentación, nos deben resultar repulsivos y debemos desear que para nosotros estén fulmidados, destruidos, acabados, aplastados, derribados.

Dios les bendiga,
Marco

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